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Sisifemia el malestar invisible del siglo XXI que urge reconocer

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • hace 11 horas
  • 2 Min. de lectura

Columna Horas Extras

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México, 29 de abril 2025.- Hoy hablemos de esto, porque es justo entenderlo, ponerlo en perspectiva y sobre todo, atenderlo por lo relevante que es.

Hoy, miles de trabajadores viven una condena muy real: jornadas interminables, tareas repetitivas, presión constante y, lo más demoledor, la sensación de que nada de lo que hacen tiene sentido. A este padecimiento y/o trastorno laboral se le ha dado un nombre: sisifemia.

Suena raro, pero es una realidad en los tiempos actuales. Y para ponerlo en antecedentes, mire usted, en la mitología griega, Sísifo fue condenado a empujar una piedra cuesta arriba, solo para verla rodar una y otra vez al fondo del valle. Hoy, el padecimiento al que nos referimos, es muy poco conocido, casi nada se habla de ello, pero de ninguna manera pretende ser un tema de moda, menos aún, un invento para justificar la falta de compromiso laboral, como algunos sectores retrógrados podrían sugerir.

La sisifemia es el rostro más reciente de una enfermedad antigua: la deshumanización del trabajo. Un fenómeno que revela las grietas de un sistema que prioriza la productividad por encima del bienestar, y que convierte a las personas en engranes reemplazables de una maquinaria incesante.

Por eso, resulta fundamental y urgente que el Senado de México discuta seriamente la propuesta de incluir la sisifemia como enfermedad laboral en la Ley Federal del Trabajo. No hacerlo sería cerrar los ojos ante una realidad cada vez más evidente: el sufrimiento silencioso de millones que trabajan sin propósito, sin reconocimiento y sin esperanza.

La iniciativa no se queda en la etiqueta; plantea acciones concretas: rotación de tareas, revisión de cargas laborales, espacios de participación y respeto por la salud mental. Elementos mínimos para recuperar la dignidad del trabajo y romper el ciclo agotador del sinsentido laboral.

Quienes critican la propuesta, desde la ignorancia o el cinismo, olvidan que ya en 2023 el Senado reconoció formalmente el impacto del estrés, la ansiedad y la depresión como enfermedades laborales. La sisifemia es el siguiente paso lógico en ese camino, porque nombra y visibiliza lo que muchos han sentido, pero no sabían cómo expresar.

La lucha no es solo legal, es también cultural. Necesitamos dejar atrás la glorificación del agotamiento, el culto a la disponibilidad total y la romanización del “trabajo por vocación” que justifica abusos. Hay que reconstruir el valor del trabajo como una actividad que dignifica, no que aniquila.

El reconocimiento de la sisifemia no es un capricho, es un acto de justicia. Porque ningún ser humano debería pasar su vida empujando piedras que no le pertenecen, por caminos que no eligió, hacia cimas que nunca verá.

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