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El tope a las utilidades: un retroceso disfrazado de modernización Carlos Pavón

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    Cicuta Noticias
  • hace 6 días
  • 2 Min. de lectura

Columna Horas Extras

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México 24 de abril 2025.- En un acto que hiere de forma directa los derechos de la clase trabajadora en México, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha admitido la reclamación del Sindicato Nacional Minero Metalúrgico FRENTE por la imposición del tope de 90 días al reparto de utilidades, una medida que se instauró sin consulta ni consenso, y que representa una regresión inaceptable en la legislación laboral del país.

La decisión del Congreso de la Unión de aprobar este límite —que fue integrado de manera unilateral a la Ley Federal del Trabajo— no solo ignora principios básicos de justicia salarial, sino que también incumple compromisos internacionales que México ha suscrito, como el Convenio 95 de la OIT sobre la protección del salario. Esta norma, vigente desde 1955 para nuestro país, establece con claridad la obligación de garantizar el pago íntegro y oportuno del salario, incluido el componente de utilidades. Limitarlo arbitrariamente no es otra cosa que una vulneración directa a dicho mandato.

Lo que resulta aún más indignante es que esta reforma fue avalada no solo por legisladores, sino por líderes sindicales que, en una muestra de oportunismo político, se alinearon con el poder y traicionaron los intereses que juraron defender.

El señalamiento de Carlos Pavón Campos, secretario general del FRENTE, es contundente: “Son traidores a la clase trabajadora”. Y no es para menos. Su silencio —o peor aún, su complicidad— con reformas que perjudican al trabajador los descalifica como interlocutores válidos de los sectores que dicen representar.

El escenario es preocupante. No solo se ha limitado el derecho a participar equitativamente en las ganancias de las empresas, sino que otros pilares del bienestar obrero están siendo erosionados. El Infonavit, el Seguro Social, el sistema de salud pública, todos están bajo amenaza o en franca decadencia.

¿Cómo se puede hablar de una transformación laboral cuando lo que está ocurriendo es un desmantelamiento sistemático de las conquistas obreras?

Frente a esta situación, la acción del Sindicato FRENTE debe reconocerse como un acto de dignidad y resistencia. Han sido los únicos en elevar la voz a nivel internacional, los únicos en recurrir a los tribunales nacionales y obtener fallos favorables. En un país donde la sumisión política muchas veces pesa más que la justicia, resulta crucial que existan organizaciones dispuestas a enfrentar al poder con argumentos legales y morales.

La aceptación de la queja por parte de la OIT es un llamado de atención que el Estado mexicano no puede desestimar. Es momento de rectificar. De abrir un verdadero diálogo social. De entender que el trabajo digno no se decreta con discursos ni con “casas del bienestar” que sirven más para cosechar votos que para garantizar derechos. El bienestar real se construye con instituciones sólidas, leyes justas y respeto irrestricto a los derechos laborales.

Este editorial no es solo una denuncia. Es también una advertencia. Cada paso atrás que se permita sin resistencia será una carga más sobre los hombros de los trabajadores del presente y del futuro. La OIT ha dado el primer paso. Ahora, corresponde a la sociedad mexicana no mirar hacia otro lado.

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